No dejo de pensar en ti un solo instante del día, un solo segundo de mi vida, es lo que hace sentirte aquí, es lo que hace justo el vivir.
Pensar en ti es recordarte, recordarte es extrañarte. Algo absurdo sería tomar esto con calma, algo imposible sería negarte entrar a mi alma; has invadido mi ser por completo, has aprisionado mis ser a tu recuerdo y no recuerdo bien el instante en el que de mi vida te dejé apoderarte…
Quizás una noche que hablamos, quizás una noche en la que juntos pero distantes, la misma cosa y el mismo querer soñamos.
Renunciar a esto es imposible, y todo esto es inimaginable, increíble, adorable como la luna en el cielo inmenso que tenía reflejada en ella nuestro primero beso; beso que escondió a tu mágica sonrisa, beso que volvió a tu nombre una caricia.
Lo busqué como ahora en esta noche fría, lo busqué como ahora llevándome a la fantasía y al encontrarlo, aprisioné tus labios fuertes envolviéndome en ellos, acogiéndome de tu cabello, en el sentimiento inevitable como la muerte.
Desde esa noche, desde ese mágico momento, no hay momento en el que no viva este tormento, este dulce tormento.
Y no dejo de pensar en ti, y es lo único que te acerca a mí, porque es lo que me incita a escribir, escribirte esto y todo lo que pueda escribir.
Te has vuelto mi musa, dueña de mi poesía, te has vuelto mi poesía, dueña de mi vida, te has vuelto lo que quieras ser tú y te volverías si quisieras mi propia luz.
Sabes que recorres mi ser al pensarte, sabes que entraste a mi ser sin pasaporte, sabes mucho sobre mí, pero no sabes como te extraño, no sabes cuanto te amo, no sabes como te necesito y el día que lo sepas cariñito, mi mano habrás tomado para nunca soltarla, tu nombre junto al mío habrás grabado y tu alma de la mía sería imposible separarla.
Y no dejo de pensar en ti, porque es lo único que me hace feliz.
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